El jardín rumano campesino nunca tuvo solo una
función estética. El campesino con muchos hijos que necesitaban
comida, con hectáreas de tierra que pedían mucho trabajo,
con muchos animales que tenían que ser cuidados, no podía
permitirse un jardín donde pasear, meditar, escuchar música
o hacer otra cosa.
La preocupación por el día siguiente
o por el futuro de su familia se refleja, también, en el modo
de organizar el jardín. Justo al lado de la hacienda, el campesino
tenía todo lo que necesitaba para preparar la comida.
Entre las filas de maíz había calabazas
tan grandes como la rueda del carro o calabazas pequeñas con
las cuales jugaban los niños. Detrás de la casa había
un huerto lleno de frutas sazonadas, mientras que en el jardín
de legumbres tomaban color en el sol de otoño los pimientos que
se tomaban con vino.
Junto con estas o, muy raramente, en un lugar especial,
había flores multicolores que llenaban de alegría las
trenzas de las chicas preparadas para las fiestas.
¿Como cogieron las chicas el modelo para las
camisas de flores o para las toallas coloridas? Claro que se inspiraron
de las flores que estaban alrededor de la casa y que lloraban las novias
que con cariño le habían cuidado. En la mayoría
de los casos las campesinas jóvenes cuidaban las flores y las
regaban con el agua de la fuente con cigoñal.
Las flores que llenaban el corral de los hacenderos
en otoño con el olor eran las tagetes. Sus corolas de varios
colores resistían al frío de otoño, cuando los
campesinos traían a casa la mieses del campo. En aquellos momentos
todos los de la casa celebraban la recogida y comían de las frutas
puestas encima de la toalla blanca, con dibujos florales.
Si pasaba por allí alguna persona, le acogían
con pan y sal, así como es la vieja tradición, le daban
vino del cacharro más nuevo que estaba arrimado al palo del cercado
de varitas.
Hemos considerado que al lado de los otros jardines,
aquí pueden encontrar un lugar alegre y acogedor por el color
y el olor inconfundible de las flores y de los membrillos maduros de
la infancia o de la habitación de huéspedes de los abuelos.